“Cada vez que revivimos lo que le ocurrió a Santi supone caer en la depresión”
Fátima Hacine-Bacha, madre de Santi Coca, fallecido tras recibir una paliza en el exterior de una discoteca de Donostia en 2019, ha reconocido este miércoles que el proceso judicial “se ha hecho muy largo, y cada vez que revivimos lo que le ocurrió a mi hijo supone caer en la depresión”. Fátima, vestida de negro, ha comparecido a las 9.50 horas frente al magistrado presidente en calidad de testigo. Su declaración apenas se ha prolongado por espacio de diez minutos.
“Ese día comimos y cenamos juntos. Me dijo que quería salir con su hermano. Estábamos entusiasmados porque venía de pasar tres semanas con sus tíos en Londres”. La mujer ha relatado que tras salir sus hijos por la noche, la siguiente noticia que tuvo de lo ocurrido fue a través de Iker Coca. “Me llamó y me dijo que Santi no estaba bien. Cuando llegué al hospital me dijeron que estaba en muerte cerebral. Pasé dos noches en UCI. Estaba en estado de shock, les dije a los médicos que, por favor, me dejaran con él, porque ya se iba”.
La madre del joven ha comparecido este martes durante la tercera jornada que sigue en Donostia contra los cinco jóvenes encausados, cada uno de los cuales se enfrenta a una petición de veinte años de cárcel por parte de la Fiscalía y de la acusación particular, que ejerce la familia de la víctima a través del abogado Eduardo Ruiz de Erenchun.
La madre de la víctima mortal ha explicado que posteriormente fue conociendo a través de diferentes personas lo sucedido aquella noche, y que “todos los relatos eran coincidentes”. Ha señalado que Santi era “un chaval alegre, cariñoso y muy respetuoso. Ese mismo día a una vecina le había llevado la compra. Me lo contaba todo. Era muy familiar y sociable, con sus valores, y muy respetuoso. Un estudiante de Física y Química que hacía footing y quería ser ingeniero”.
La mujer ha desmentido que su hijo hubiera estado ingresado en un centro un reforma, como señaló el lunes un abogado de la acusación. Fátima Hacine-Bacha ha testificado un día después de hacerlo su hijo Iker, que el día de los hechos se encontraba con su hermano fallecido y quien aseguró ante el tribunal que aquella noche “fueron expresamente” a por Santi, al que propinaron más de diez patadas y puñetazos”.
En el juicio también está personado el Ayuntamiento de Donostia, que ejerce la acción popular y reclama quince años de prisión para cinco de los procesados, y eleva hasta los 20 años su solicitud para un sexto joven, fugado, a quien se atribuye “la última y brutal patada en la cabeza” cuando ya había perdido el conocimiento.
El juicio prosigue en estos momentos con la declaración de más testigos.